Cuando hablamos de los niveles de colesterol, la mayoría de los profesionales de la salud y sus pacientes se centran en los números de colesterol total: qué tan altos o bajos son, relacionando esos niveles con su salud y riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Pero ¿y si te dijera que no es sólo el número lo que importa, sino más bien los factores subyacentes que contribuyen a esos números y que interactúan con estos?
En este post abordaremos el tema del famoso colesterol LDL o LDL-c (el conocido como «colesterol malo»), y que es lo que comúnmente se pasa por alto. Además exploraremos por qué los niveles altos pueden ser particularmente problemáticos cuando ignoramos lo que se conoce como el insulto o la lesión inicial.
No es colesterol, sino colesteroles
Verás, el colesterol LDL (lipoproteína de baja densidad) es el que se considera «malo» porque puede acumularse en nuestras arterias, aumentando el riesgo de enfermedad cardíaca e infartos. Pero recordemos que también existe el colesterol HDL, el que se conoce como «bueno», así como el colesterol total, que suma ambos colesteroles más el colesterol remanente.
Esto es precisamente lo que se analiza con los estudios sanguíneos de lípidos. De modo que, para empezar, lo que importa en realidad no es el número de colesterol total, sino cuanto de ese colesterol es «bueno» y cuánto es «malo».
Y ¿qué causa la famosa acumulación de LDL-c? ¿Es sólo el LDL en sí o hay otros factores en juego?
El insulto inicial: lo que realmente está pasando
La respuesta está en el insulto inicial, término utilizado para describir el daño que se produce cuando las paredes arteriales se ven comprometidas, es decir en riesgo. Esto puede suceder, por ejemplo, debido a elecciones de alimentación, como una dieta abundante en aceites de semillas poliinsaturados de aceites vegetales (aceite de soya, aceite de canola, de maíz y de semilla de algodón) y azúcares, que pueden provocar la modificación o la oxidación del colesterol LDL.
Cuando esto sucede, el LDL queda atrapado en nuestras arterias, donde puede causar inflamación y provocar la formación de placa (aterosclerosis), un precursor de las enfermedades cardíacas. Pero aquí está la cuestión: este proceso no ocurre de la noche a la mañana. Normalmente se necesitan años, incluso décadas, de exposición acumulativa a estos factores para que se manifieste en daño.
Otro factor que promueve el daño de la aterosclerosis es la hipertensión. Y la principal promotora de la hipertensión es la resistencia a la insulina.
El poder de los cambios en el estilo de vida
Entonces, ¿qué podemos hacer para prevenir o revertir este daño? La respuesta está en hacer cambios en el estilo de vida que aborden el insulto inicial. Y no es tan complicado como podrías pensar.
Para empezar, una dieta rica en alimentos naturales como carnes, verduras y frutas, puede ayudar a reducir la inflamación y promover la salud en general. Agregar grasas saludables como aguacate, nueces y semillas, aceite de oliva y pescados grasos a tu plato también puede favorecer la salud del corazón.
El ejercicio es otro factor de cambio: la actividad física regular puede ayudar a mejorar el flujo sanguíneo, estimular la circulación e incluso reducir la presión arterial y la resistencia a la insulina.
Y no te olvides del manejo del estrés: porque el estrés crónico puede causar problemas metabólicos, por lo que es fundamental encontrar formas saludables de afrontarlo, como la meditación o el yoga.
Poniéndolo todo junto
Entonces, ¿cuál es la conclusión? El daño de los altos niveles de colesterol LDL a menudo son un síntoma de daño subyacente que puede prevenirse y revertirse mediante cambios en el estilo de vida. Al abordar el insulto inicial y tomar decisiones conscientes sobre nuestra dieta, rutina de ejercicio y manejo del estrés, podemos fomentar la salud y el bienestar de largo plazo.
Si deseas conocer los detalles del estudio reciente que aborda este tema, puedes leerlo en Cuídate Hoy.
Evidencia en acción
Si te preocupan tus niveles de colesterol, ni siquiera los conoces, o quieres empezar a hacer cambios positivos en tu vida para reducirlos, es momento de agendar una consulta de nutrición para la salud metabólica. Evaluaré tus necesidades individuales y te brindaré orientación personalizada sobre cómo comenzar.
Recuerda que tomar control de nuestra salud es un viaje, no un destino. Pero al priorizar opciones de estilo de vida que promuevan el bienestar general, podemos prepararnos para una vida larga llena de energía.
Referencias
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Descargo de responsabilidad: esta publicación tiene fines informativos únicamente y no debe interpretarse como consejo médico o nutricional personalizado. Consulta siempre a un profesional de la salud antes de realizar cualquier cambio en tu régimen de medicación o alimentación.
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