La inflamación es un proceso natural que nos ayuda a curarnos de lesiones e infecciones. ¿Pero sabías que existen dos tipos de inflamación, cada una con sus propias consecuencias? Exploremos un poco sobre las diferencias entre la inflamación aguda y la crónica para comprender cómo afectan nuestra salud, qué hemos estado haciendo mal al respecto, y cómo mejorar la función inflamatoria para nuestro beneficio.
Inflamación aguda: el héroe
La inflamación aguda es una respuesta localizada y temporal a una lesión o infección. No es más que nuestro sistema inmunitario haciendo uno de sus trabajos para reparar daño y combatir a los agentes infecciosos como virus y bacterias. Es como un rápido equipo de rescate que llega corriendo al lugar, repara los tejidos dañados y elimina a los invasores extraños.
Este tipo de inflamación es esencial para la curación y suele ir acompañada de dolor, hinchazón y enrojecimiento. Comúnmente, esta respuesta inflamatoria dura de unas horas a unos días, y es una respuesta normal y funcional del organismo.
Inflamación crónica: el saboteador
Por otro lado, la inflamación crónica es una respuesta prolongada y generalizada del sistema inmunitario que puede provocar daños y enfermedades de largo plazo.
A diferencia de la inflamación aguda, que es autolimitada, la inflamación crónica persiste incluso cuando no hay un desencadenante aparente. Es como tener una batalla continua dentro del cuerpo, por la cual las células están constantemente bajo ataque, pero no existe razón real para que esa batalla se lleve a cabo. Es decir que el sistema inmunitario ataca al propio organismo como si fuera el enemigo.
Y en las últimas décadas, este es el tipo de inflamación más común.
Los culpables de la respuesta inflamatoria crónica
Pero ¿qué causa este caos de inflamación crónica? La contaminación del aire puede provocar inflamación crónica. Distintas toxinas en el ambiente pueden promover la sobremedida respuesta del sistema inmunitario, aumentando el riesgo de enfermedades crónicas como asma e inclusive cáncer.
Pero el mayor contribuyente de inflamación crónica moderno es la propia alimentación. Por ejemplo, el azúcar en muchos alimentos (el exceso de glucosa) puede alterar el microbioma intestinal y el desarrollo de hiperinsulinemia, y así fomentar la inflamación sistémica.
Y no nos olvidemos de los aceites de semillas y el exceso de carbohidratos refinados en alimentos ultraprocesados: todos son proinflamatorios, lo que dificulta la recuperación del cuerpo.
La clave para controlar la inflamación crónica
Pero hay esperanza, ya que la microbiota intestinal juega un papel crucial en la inflamación crónica. Y la alimentación es un factor importante a la hora de moldear la salud intestinal, por lo que al modificarla, puedes empezar a domesticar a la bestia de el estado inflamatorio crónico en todo el organismo.
Algunos alimentos son más potentes que otros a la hora de combatir la inflamación crónica. Por ejemplo, los alimentos ricos en fibra apoyan el microbioma intestinal, mientras que los ácidos grasos omega-3 tienen propiedades antiinflamatorias que además benefician la salud del cerebro.
Por otro lado, la vitamina D regula la inflamación, por lo que es una poderosa herramienta en la lucha contra la respuesta inflamatoria crónica. Lo que hace importante consumir pescados grasos y champiñones, así como exponernos lo suficiente al sol y, en muchos casos recurrir a la suplementación.
El sucio secreto de la industria alimentaria
Desafortunadamente, la industria alimentaria a menudo prioriza la vida útil y el costo sobre el valor nutricional de los alimentos que se venden en el supermercado, lo que lleva a sobredisponibilidad de alimentos proinflamatorios que pueden exacerbar la inflamación crónica. Así que debemos tomar control real de nuestra dieta y tomar decisiones conscientes sobre lo que introducimos en nuestro cuerpo.
La respuesta inflamatoria crónica que no se aborda puede promover el envejecimiento acelerado, niveles altos de cortisol, el desarrollo de enfermedades crónicas e incluso muerte prematura. En otras palabras, es una preocupación grave que requiere atención inmediata.
La clave para detener la inflamación crónica es eliminar la exposición o modificar la dieta; no es tan difícil de entender, pero requiere algo de esfuerzo para ponerse en práctica.
Reduce tu inflamación con tus hábitos
En conclusión, la inflamación no siempre es el enemigo: es simplemente una respuesta natural que requiere equilibrio. Al comprender la diferencia entre inflamación aguda y crónica, podemos tomar medidas para prevenir o revertir la inflamación crónica.
El primer paso hacia una vida más saludable es reconocer la importancia de los cambios en la dieta y el estilo de vida. Si te decides a hacerlo, puedes agendar una consulta y comenzar a realizar los cambios adecuados para tu cuerpo.
Recuerda que pequeños pasos pueden conducir a cambios significativos; así que hay que comenzar dando el primer paso. Si te interesa conocer mas sobre la respuesta inflamatoria, te dejo un video sobre el tema de Cuidate Hoy.
Referencias
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Descargo de responsabilidad: esta publicación tiene fines informativos únicamente y no debe interpretarse como consejo médico o nutricional personalizado. Consulta siempre a un profesional de la salud antes de realizar cualquier cambio en tu régimen de medicación o alimentación.
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