«La vida comienza al final de tu zona de confort.»
Una perla de sabiduría que se comparte mucho en la era de las redes sociales, y que se ha convertido casi en cliché por la facilidad con la que al leerla piensas «es cierto» pero sin poner nada en práctica.
La zona de confort es ese estado de vida en el cual te sientes cómodo, sea en el ámbito que sea, pero que te fomenta no seguir avanzando. Es el estado del ser que te sirve para encontrar mil y un excusas para no arriesgarte.
Y normalmente a lo que no te quieres arriesgar es a la incomodidad.
Sin embrago, salir de tu zona de confort es la única manera de crecer personalmente en muchos de esos aspectos necesarios para desarrollar no solamente una mejor marca personal, sino una mejor vida en general (lo cual le beneficia a tu marca personal).
Pero salir de tu zona de confort no es solo benéfico, sino hasta necesario desde el punto de vista evolutivo. Es decir, la sobrevivencia de varias maneras depende de ello. Déjenme explicar.
Solo en el borde la gente deja las excusas
Iniciar tu propio negocio, comenzar a hacer ejercicio, levantarte más temprano, iniciar otra carrera, comenzar a escribir ese libro que algún día quieres publicar. Todos estos son objetivos que rara vez se hacen como prioridad debido a que la vida diaria te pone actividades más «urgentes» que te mantienen en el mismo sitio (física y mentalmente).
Para bien o para mal, muchas actividades necesarias solamente las llevarás a cabo cuando sea estrictamente necesario o cuando tengas la motivación apropiada. Y, si recordamos la famosa frase atribuida a Albert Einstein, «si quieres resultados diferentes haz las cosas de diferente manera», podemos llegar a la simple conclusión de que nunca haremos las cosas de diferente manera sino hasta que tengamos la motivación apropiada.
Incomodidad y evolución
Y aquí es donde entra la supervivencia literal: las especies solamente evolucionan cuando su ambiente las obliga a «hacer las cosas de diferente manera». Mientras eso no pase, una especie permanecerá igual por cientos de millones de años. Lo cual no es necesariamente malo, como en el caso del tiburón. Pero nunca olvides a los dinosaurios.
No tiene que ser la caída de un meteorito, pero resistirnos a evitar la incomodidad del cambio hasta que sea estrictamente necesario es una realidad de la vida de la cual pocos podemos escapar, como esas contadas personas que parecen tener una gran fuerza de voluntad para salir de su zona de confort.
Pero muchas de esas personas no necesariamente nacieron con esa capacidad de voluntad y acción para aventurarse en actividades nuevas y no muy disfrutables. No es que esas personas no tengan la capacidad de sentirse incómodos, sino más bien que desarrollaron los hábitos correctos.
Y precisamente, una actividad de la vida tan simple como bañarte con agua fría es una manera de salir de tu zona de confort.
El agua fría, la incomodidad y tu fuerza de voluntad
Bañarte con agua fría tiene muchos probados beneficios para tu cuerpo físicamente, por los cuales deberías hacerlo. Pero también tiene un beneficio mental clave que te ayudará a decidirte salir de tu zona de confort y por fin realizar esas actividades que por comodidad no has comenzado.
Piénsalo: todas las excusas que le pones a iniciar cualquiera de esas actividades que aportarán mucho a tu vida pero que no son necesarias en el corto plazo, son las mismas excusas que le pones a algo tan simple como bañarte con agua fría.
«Esto es tonto. No me va a gustar. ¿Por qué hago esto? ¿Qué necesidad? No estoy list@ para esto. El agua caliente es más agradable».
Y las excusas son las mismas, porque hay una conexión evolutiva: lo mismo que ejercitas en tu mente cuando decides soportar las incomodidades de actos tan simples como bañarte con agua fría, es lo mismo que ejercitas en tu mente cuando decides estar incómodo en favor de un objetivo más grande.
En otras palabras, ejercitas el músculo de la fuerza de voluntad.
De modo que no es el agua, o la incomodidad en sí, sino la decisión misma de no aceptar la incomodidad, lo que te mantiene evitando el agua fría. Si decides que la incomodidad del agua fría es algo que no soportarás, nunca entrarás a la regadera a baja temperatura.
Sin embargo, una vez aceptada la decisión de sentirte incómod@ por 5 minutos, eso te hace tomar el baño frió. Y hacer otras cosas diferentes en tu vida.
El reto del baño frío
Como Joel Runyon lo explica magistralmente en su plática TEDx, si le tienes miedo a estar incómodo, y si quieres acostumbrarte a la incomodidad, «todo lo que tienes que hacer es tomar 30 días de baños con agua fría y estarás bien».
Y son 30 días porque, sólo así puedes hacerlo un hábito que te ayude a obtener esa fuerza de voluntad extra para iniciar algo nuevo. Consistentemente.
Y si aún leyendo todo lo anterior no terminas de convencerte de aceptar la incomodidad voluntariamente, piensa en esto:
Si no te animas a ser el tipo de persona que decide estar incómod@ por 5 minutos, sol@, en el baño, donde el único resultado negativo será que tengas frío por 5 minutos y la única persona afectada por esa decisión eres tú, ¿cómo esperas tener la fuerza o el coraje para decidir estar incómodo en una situación donde los resultados serán mucho más importantes y los afectados por tu decisión serán no solo tú?
Así que, como propone Runyon, «mañana, cuando te vayas a bañar, en vez de tomar la decisión fácil, la decisión cómoda, lo que hacen todos; haz lo contrario. Báñate con agua fría por 5 minutos. Decide estar incómodo, y ve qué pasa».
Tu marca personal te lo agradecerá.
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