Hasta hace poco más de 10 años contestar una llamada a tu teléfono era prioritario. Aun con los beneficios del identificador de llamadas, el hecho que sonara te hacía instantáneamente ponerte alerta y tomarlo para contestarlo.
Antes del identificador de llamadas y la ubicuidad de los teléfonos móviles (cuando contestabas ese teléfono gigante con un cable en espiral), esta prioridad de contestar el teléfono era mucho más grande: había que contestar pronto porque ni siquiera sabías quién te marcaba.
Sin embargo, en los últimos años, con la democratización del teléfono inteligente, las llamadas ya no se consideran tan importantes. Al menos no para una generación que ha crecido adaptándose fácilmente a la practicidad de la tecnología, como los millenials.
Pero no solamente los millenials
Y no hablo de los millenials por el simple hecho de serlo. Abundan ya en la web los artículos y las opiniones sobre la tendencia de esta generación a no contestar llamadas por que están creciendo con la tendencia a preocuparse por su individualidad y de valorar su tiempo personal y querer tener toda comunicación por mensajes a través de sus aplicaciones y redes sociales.
Aunque este punto tiene algo de verdad, lo que nos interesa aquí es la relación entre las llamadas telefónicas y la productividad y por qué, seas o no millenial, no es necesariamente una mala costumbre el no contestar el teléfono en cuanto suena.
Debo confesar antes de pasar a los puntos, que yo soy una de esas personas que valoran mucho más su tiempo personal no solamente para mantener la productividad, sino también por el hecho de ser de personalidad racional, así que para mí es muy sencillo listar y explicar las razones por las cuales evito la comunicación por teléfono y contestar llamadas, así como explicar por qué no es mi manera de comunicación favorita (millenial o no).
Dejo claro lo anterior porque siempre existirán personas (inclusive millenials) que contestarán llamadas poco importantes, y que no tienen problema con ocupar varios minutos de su tiempo hablando por teléfono. Sin embargo, los siguientes cinco puntos son razones válidas desde el punto de vista de alguien que valora su tiempo por razones principalmente de productividad y enfoque en sus actividades, ya sean de trabajo o personales; partes importantes de la marca personal.
5 razones para no contestar el teléfono
- Las llamadas interrumpen. Las personas productivas y enfocadas saben que el concepto de «multitareas» no existe. Dejar de hacer una actividad por atender una llamada no solamente te desconcentra, sino que también te hace perder minutos valiosos para volver al estado en el que te encontrabas trabajando. Además, las llamadas no programadas pueden desviar la agenda de trabajo de alguien que para ser productivo establece su orden y sus bloques de tiempo para cada actividad. Una llamada telefónica puede durar entre unos minutos hasta media hora, tiempo que puedes forzar a posponer actividades de la agenda del día.
- Las llamadas no dejan huella. Con la existencia del email y la mensajería instantánea, una llamada telefónica desarrolló una gran desventaja: no deja un registro automático del contenido de la llamada. A menos que grabes todas tus llamadas, la manera más práctica de recordar lo importante es estar tomando nota, lo cual aceptémoslo, ya pasó de moda con los mensajes y el correo electrónico. Así que una llamada de teléfono es mucho más probable que se olvide. Claro que siempre puedes hablar y luego mandar la información por email o mensaje, pero ¿por qué no hacer eso desde el principio y evitar la llamada?
- Las llamadas son ineficientes. Así como no dejan huella que pueda servir de registro fácil de consultar, las llamadas telefónicas en su mayoría ocupan más tiempo del necesario. Debido a que dependen de la comunicación oral, las personas muchas veces tardan en llegar al punto con introducciones, saludos y reestructuraciones de la idea, que pueden ocupar la mitad o más de la llamada. En cambio, escribir un mensaje o un email obliga a quien manda el mensaje a pensar un poco más en la efectividad y brevedad del mismo, lo cual es valioso consciente e inconscientemente para quien lo recibe. En pocas palabras, si quieres que se recuerde (y con más razón si la información es considerable o específica), mejor manda un mensaje.
- Las llamadas no son privadas. Nunca asumas que una persona ocupada estará pendiente y en el ambiente apropiado para contestar el teléfono. Para una persona organizada y que estructura su día de acuerdo a una agenda, rara vez una llamada telefónica la encontrará en una situación lo suficientemente relajada como para atender una llamada no esperada. Si no está concentrada en su escritorio, estará manejando en camino a algún otro lugar, en una reunión o en su hora de comida, y si valora su tiempo y enfoque, ninguna de esas actividades es apropiada para recibir llamadas no planeadas. Así que, recuerda: mejor manda un mensaje que consultará en sus espacios dedicados a ello.
- Las llamadas son estresantes. Y por último, pero no menos importante, para una persona organizada, ocupada y que valora la necesidad de enfoque para llevar a cabo sus actividades de manera eficiente, las llamadas causan estrés innecesario. «¿quién será? ¿qué quieren ahora? ¿me sacará esta llamada de mi agenda de actividades? ¿en realidad no puede mandarme la información por un simple mensaje?». Todas estas preguntas causan ansiedad hasta cierto grado en cualquier persona, y como ya hemos analizado el estrés es un factor que afecta la productividad. Si deseas que una persona siga siendo productiva en su trabajo y tenga muchas más posibilidades de atender tu petición, evita llamarle por teléfono sin antes mandar un mensaje para saber a qué horas es apropiado marcar. Y esto, si es que en realidad lo que quieras decir no se puede decir por email o mensaje de texto.
Si no urge, manda un mensaje
Así que, si eres una de esas personas que aún utilizan el teléfono como si la persona del otro lado de la línea estuviera atenta y lista para contestar tu llamada, toma en cuenta el siguiente consejo: si lo que tienes que decir no urge realmente y no tiene que ser atendido en los siguientes minutos, manda un mensaje. Preferentemente vía Whatsapp, Messenger o SMS. Y si es algo que debe explicarse un poco más, hazlo por email.
Cualquier persona que valora su tiempo y su productividad y sigue una agenda (sea millenial o no), valorará que dejes que atienda tus mensajes bajo su propio orden de prioridades. No solamente le permitirás seguir siendo productivo, sino que le facilitarás el trabajo de atender tu tema.
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