Los griegos, los precursores del estoicismo, tenían una palabra con la que definían una vida bien vivida, una vida en la cual el ser humano florece y llega a la madurez. O algo así, ya que la traducción exacta es difícil de resumir. A esto lo llamaban eudaimonia.
Eudaimonia no es una vida de placer (aunque lo incluye como consecuencia), más bien es es una vida de esfuerzo, es una vida de impulsarte tú mismo a tus limites para encontrar el éxito. Es una vida llena de la felicidad que viene de conseguir algo realmente difícil e importante, en lugar de que solamente te lo den o de que lo consigas fácilmente.
Eudaimonia resumiría muy bien las frases cliché que dicen que las mejores cosas de la vida no vienen de tu zona de confort; que las cosas buenas en la vida son por las cuales tienes que esforzarte; que sin dolor no hay ganancia.
Pero esta vida tiene su truco: escoger una vida eudamonística significa que nunca acabas de mejorarte; que nunca llegas a un punto en el que te puedes dormir en tus laureles y decir «ya lo logré». Eudaimonia significa que constantemente estás poniéndote nuevos objetivos y trabajando en desarrollar nuevos músculos (físicos y mentales). Este es el precio de la felicidad que vale, la que te sirve para ser cada día un mejor ser humano. Y en consecuencia, desarrollar una mejor marca personal.
Sin embargo, y esto es lo que muchos rehúyen, significa también que te encontrarás con decepciones, errores y equivocaciones. Después de todo, no se puede alcanzar una virtud estoica sin tropezarte, sin tener, como dice Nassim Taleb, «piel en el juego«.
La teoría del desarrollo moral
Como ya lo hemos analizado anteriormente, el estoicismo promueve el fin último de vivir una vida virtuosa. Esto significa alcanzar lo más cercano a la perfección en las capacidades humanas que hacen la diferencia tanto en desarrollo personal como en ayudar a los demás, y a dejar un legado que le sirve a las siguientes generaciones.
Sin embargo, la vida estoica y eudaimonística, no es una vida de pastelitos y arcoírises. No puede serlo. Vivir virtuosamente desde el punto de vista estoico significa el dulce placer de llegar a tu cama después de un día duro; es la satisfacción de saber que conseguiste algo importante y que te esforzaste a ti mismo para ser la mejor persona que puedes ser.
Esto es muy diferente al masoquismo, pero para algunos (para quienes difícilmente llegarán a disfrutar de los placeres y las virtudes que llegan con la eudaimonia) suena como a esfuerzo innecesario por el puro placer de sufrir. Es un concepto muy distinto, mas sin embargo difícilmente se puede llegar a la virtud de ser la mejor persona que puedas ser, sin tener que superar obstáculos difíciles. Obstáculos que te sacan de tu zona de confort y si, que de hecho te hacen sufrir.
Para el filosofo griego Aristóteles, esto es en realidad la moralidad: ser la mejor persona que puedes ser, la que aprovecha sus fortalezas y trabaja en sus debilidades. La persona que vive así es la que hace cosas buenas.
Primero tienes que alcanzar la madurez
Uno podría decir que llegas a la madurez porque ya eres una persona adulta. Podríamos asegurar que la gente madura por el simple hecho de que ya no son unos adolescentes en edad. Nada más alejado de la realidad.
Según el modelo de desarrollo moral de Lawrence Kholberg, a los 36 años solamente el 13% de la población ha alcanzado el estado adulto mental, es decir la verdadera madurez. El resto siguen en (o apenas alcanzan) el estado adolescente.
Y es que una persona puede pasar por tres estados mentales/morales en el trascurso de su vida. La primera es la infancia, etapa en la cual básicamente busca el placer a toda costa, es decir solamente las cosas o acciones que le hacen sentir bien: comida, juguetes, abrazos, dulces, que le cumplan sus caprichos. Básicamente un niño funciona con esta regla: busca lo que te consiga placer y evita lo que te consiga dolor. Por esto precisamente en esta etapa es muy importante fomentar en los niños el autocontrol.
La segunda etapa, la adolescencia, llega cuando esa persona se da cuenta de que en el mundo existen reglas y principios; que no solamente porque quiera algo lo va a tener, y que lo que hace o deja de hacer tiene sus consecuencias y aprende a comportarse bajo ese supuesto. Sin embargo la etapa adolescente sigue buscando, con reglas y todo, lo mismo que se busca en la etapa infantil: placer. Su regla de funcionamiento básico ha cambiado a algo como: «buscar solo cosas que te traigan placer y evitar cosas que te traigan dolor puede meterte en problemas. Necesitas negociar«.
Rodeados de adolescentes
Como Mark Manson elocuentemente lo pone, la madurez solamente ocurre cuando te das cuenta de que es mejor sufrir por las razones correctas, que sentir placer por las razones equivocadas. Aquí es cuando dejas la adolescencia en realidad y pasas al estado de adultez… cualquiera que sea la edad en la que te llega la epifanía. Es decir, cuando comienzas a cambiar tus valores.
Y como nos daremos cuenta si analizamos el mundo a nuestro alrededor, al resto de las personas y a nosotros mismos, la mayoría no solamente no sale del estado moral adolescente, sino que apenas después de los 30 llegan a esta etapa.
Y esta tercera etapa, la madurez real, es lo que el enfoque mental estoico promueve, y precisamente es la esencia del término eudaimonia: el desarrollo de principios como reglas para pensar y actuar según nuestra personalidad y nuestras circunstancias, independientemente del placer o el dolor.
Pero¿ saben qué es muy importante dejar para después sobre esto? El hecho de que cada vez hay menos adultos en el planeta. Adultos de verdad, no de edad. Y porque el liderazgo que vale y perdura, solamente puede alcanzarse con una mente que ya haya alcanzado la madurez, y con ello eudaimonia.
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