La falacia de los valores

La falacia de los valores

Mark Manson es un escritor quien nunca imaginó ni soñó con ser escritor. El quería ser artista de rock. Pero hoy  es un escritor de quien su primer libro es ya un New York Times best seller y estuvo por semanas en la lista del audio libro más vendido.

¿Cómo lo logró? Simple: cambió sus valores cuando se dio cuenta que lo que antes valoraba, aunque le había dejado sus beneficios, no le serviría para madurar y para descubrir, explotar y aprovechar su verdadero potencial. Y el trabajo que le permite la vida en la que disfruta balanceadamente de todo lo que ahora considera importante.

Y es que, en sus propias palabras: «cuando tenemos valores pobres, es decir estándares pobres que establecemos para nosotros mismos y para los demás, esencialmente nos estamos preocupado por cosas que no importan, cosas que en realidad hacen y harán nuestra vida peor.»

No es lo que pensabas

Para Manson, esos estándares eran disfrutar de todo al mismo tiempo, no dejar pasar ningún país, ninguna cultura, ninguna mujer. Y por un tiempo, porque pudo, lo hizo. Y lo disfrutó en su momento. Pero un día se dio cuenta de que algo más le faltaba, que a pesar de que había cumplido su sueño (su valor) de disfrutar del mundo, de muchas amistades y de sus placeres, al final eso no le dejó satisfecho.

Así que, se dejó de eso, decidió que una relación y una profesión estables eran mejor que todo lo que antes había valorado y se convirtió en un escritor profesional con un best seller.

No lo apunta en su libro de esta manera precisa, pero una de las claves de su éxito (y no me refiero solo a su carrera sino a llegar a una estabilidad disfrutable en su vida), además de haber cambiado el estándar con el que medía su felicidad, es que lo hizo a tiempo. Y es que sin darse cuenta, sus circunstancias familiares (él acepta que en su familia el dinero no era problema) le permitieron llegar a este cambio relativamente temprano en su vida, a diferencia de la mayoría.

A los 30 ya había viajado por muchos países, conocido muchos lugares, lidiado con muchas relaciones y se había dado cuenta de que eso no era suficiente, de que eso no era lo importante. Pero eso mismo fue lo que le sirvió para convertirse en un autor exitoso. Técnicamente, los problemas con los que se encontró al disfrutar de sus anteriores valores, fueron lo que le sirvieron para convertirse en autor.

La vida es un problema

Precisamente el tema central de The Subtle Art of Not Giving a F*ck es este: la vida es una serie constante de problemas. No puedes ni debes querer evitarlos. (Sí, el deber sí existe cuando quieres avanzar a un siguiente nivel de desarrollo personal, a diferencia de lo que ciertos enfoques psicológicos pregonan).

Nunca dejarás de tener problemas en tu vida, ni debes esperar dejar de tenerlos; la clave está en buscar tener cada vez mejores problemas; problemas que son el producto de tu cada vez mayor madurez y crecimiento personal. Así, tus problemas no crearán solamente un estrés innecesario, sino un estrés que te servirán para mejorar, para pasar a un mejor tipo de problema.

De esto se trata en realidad la felicidad: de resolver los problemas de la vida, no de disfrutar de los placeres y las comodidades. Y de resolver los problemas importantes, los buenos para tu vida, no los inconsecuentes. Porque los seres humanos gustamos de ponerle importancia a inconsecuencias, a problemas que de poco servirá resolver. Y los buenos problemas solo vienen de adoptar buenos valores.

Cambiar tus valores

Existe la idea en nuestra sociedad de que hay valores por los cuales todos como personas debemos guiar nuestra vida. Responsabilidad, paz, verdad, congruencia, libertad, respeto, justicia. Y es cierto. Pero estos son solamente valores humanos universales.

Personalmente a través de nuestra vida (y mucho más antes de ser adultos responsables) adoptamos valores que no necesariamente son universales. Y no necesariamente son útiles en todas las circunstancias o etapas de nuestra vida.

Así como le pasó a Mark Manson, un día (por allá en tu pubertad) decidiste valorar el disfrutar de muchas (y leves) amistades por encima de cultivar amistades más profundas. Y por varios años te funciona. Hasta que un día te das cuenta que eso ya no te sirve para hacer una vida responsable en pareja, para formar una familia y para fomentar tu carrera profesional.

Ahora debes cambiar ese valor que antes atesorabas y, aunque te duela y la transición sea difícil ya que te acostumbraste demasiado al valor anterior, debes cambiarlo ahora por ocupar tu tiempo en pocas pero más profundas amistades con personas que ahora son más valiosas para tu siguiente etapa de la vida. Y este es solamente un ejemplo.

Lo mismo pasa con muchos otros valores que adoptaste durante tu vida y que cuando tus circunstancias cambian, ya no son más importantes que otros. Inclusive que los contrarios.

Un día, buscar primero la comodidad te causará problemas. Un día, valorar lo que piensen los demás de ti por sobre hacerte responsable de tus decisiones, también te causará problemas. Y no te dejará crecer. Y en el inter arruinará tus planes de pasar a la siguiente etapa de tu vida.

Cambiar los que valoras

El dolor que vale

Las transiciones duelen precisamente por esto: porque nuestros valores los adoptamos como el marco a través del cual vemos y vivimos nuestra vida. Y el proceso de cambiar el marco de referencia de tu vida conlleva muchos problemas e incomodidades que muchas personas no están dispuestas a aceptar, por la simple tendencia humana a mantenernos en nuestra zona de confort, aunque después se nos regrese en la cara.

Pero como dice la sabia frase: las mejores cosas de tu vida no llegan de las zonas de confort. Y tampoco lo hace tu crecimiento personal. Mucho menos tu madurez.

Porque como dice Manson, «madurar es eso que te pasa cuando decides ponerle importancia a las cosas que verdaderamente importan». No a lo que creías que era importante cuando tenías menos de 20 años.

Y el placer y la comodidad no son lo importante en la vida. Estas dos tan atesoradas cosas son solamente el subproducto de resolver los problemas de la vida adoptando los valores necesarios para cada etapa de la misma. Solamente como la consecuencia de resolver los problemas de la vida es como el placer y comodidad valen de verdad.

Simple de explicar, pero complicado de lograr.

No te tardes

Y ¿sabes qué es lo más difícil? Que entre más te tardas en comenzar a cambiar tus valores, más difícil será que lo logres. De la misma forma que entre más dejas crecer una enredadera, más difícil es deshacerte de ella, entre más tiempo te aferras a un valor, más difícil será deshacerte de él y cambiarlo por uno más importante.

Por esto los valores no son ni deben ser fijos. La idea de que solamente porque te fomentaron un valor este no debe cambiar, es una falacia.

Los valores cambian porque la vida cambia. Tan sencillo como eso.

Así que, si tu vida está cambiando, comienza ya a reestructurar tus valores y dejar de lado los que no te sirven ya.

Ni siquiera te preguntes cómo. Como dice Nike, solo hazlo.

Entre más pronto, mejor.

3 respuestas a «La falacia de los valores»

  1. […] de una forma u otra el tema del crecimiento personal a través de la aceptación de que la vida es una serie de problemas de los cuales no debemos buscar huir, sino […]

  2. […] Como Mark Manson elocuentemente lo pone, la madurez solamente ocurre cuando te das cuenta de que es mejor sufrir por las razones correctas, que sentir placer por las razones equivocadas. Aquí es cuando dejas la adolescencia en realidad y pasas al estado de adultez… cualquiera que sea la edad en la que te llega la epifanía. Es decir, cuando comienzas a cambiar tus valores. […]

  3. […] que enfoca tus relaciones de manera que te ayuden a (o al menos no te impidan) cumplir tus propósitos de salud y desarrollo […]

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