En varias ocasiones ya hemos abordado el tema del liderazgo; desde qué significa ser líder a cómo mejorar nuestras habilidades en ese respecto. Después de todo los líderes están ligados a una bien trabajada marca personal.
Sin embargo, para conocer más al respecto y utilizarlo en nuestro crecimiento personal como marcas en nuestro ramo y como individuos en la sociedad, es necesario preguntarnos ¿y por qué necesitamos líderes?
En probable querer pensar que no debería haber divisiones sociales tan marcadas como la que existe entre líderes y seguidores pero, para bien o para mal, este es un aspecto inherente en la psicología de nuestra especie.
Necesitamos líderes porque los hemos necesitado.
El líder evolutivo
Desde que nuestros ancestros comunes con los chimpancés comenzaron a dejar la relativa seguridad de las copas de los árboles para aventurarse a conseguir sus alimentos en el suelo de la creciente sabana africana, algo que tuvo que evolucionar en su comportamiento fue su capacidad de vivir en grupos.
Por cientos de miles de años, nuestros ancestros evolucionaron en un ambiente rodeado de peligros para cualquier especie que no fuera excepcionalmente fuerte o rápida, así que una de las primeras soluciones de la selección natural fue integrar la capacidad de vivir en sociedad y así compartir las actividades necesarias para sobrevivir.
Además, seguido de la capacidad de ser un animal social evolucionó también la capacidad de comunicación cada vez más compleja, de modo que cooperando entre todos, un grupo de nuestros ancestros tenía mucha mayor posibilidad de conseguir comida y evitar a los depredadores.
Sin embargo, el problema de vivir en grupos (de 150 individuos en promedios) surge a la hora de decidir qué hacer, cuándo hacer y cómo hacer, es decir en la necesidad de ponerse de acuerdo.
Sin embrago, antes de que existieran los métodos de elección democrática, la naturaleza solucionó el problema de la coordinación social con el método del Macho Alfa.
Los privilegios de ser Alfa
Con la diferenciación de unos cuantos miembros del grupo (o a veces uno solo) como Alfas, un grupo que depende de la decisión del «más fuerte» podía organizarse mejor de manera que, por ejemplo, a la hora de comer nadie se quedara sin alimentarse debido a que el Alfa, después de comer primero, dictaba la jerarquía de acceso al alimento, siempre cuidando que todos comieran.
Así es como los Alfa, por ser miembros muy importantes en grupo, reciben los privilegios no solo de comida, sino de opciones de pareja, por el simple y lógico hecho de que al grupo le conviene que sean los Alfas quienes estén mejor alimentados y tengan la mayor posibilidad de reproducirse.
Puede parecer, en nuestros tiempos modernos, este sistema de los machos (o hembras) Alfa algo injusto, pero sin embargo ni la naturaleza ni el grupo social son tontos.
La condición por ser líderes
Ser un Alfa en el grupo no viene sin sus compromisos.
Si bien los alfas son los primeros en disfrutar de la comida y de las parejas, también deben ser los primeros en defender al grupo de amenazas. Después de todo, ¿quién sería el primero de nuestros ancestros que el grupo espera que reaccione ante, por ejemplo, el ataque de una manada de hienas?
El mejor alimentado y quien ya haya dejado su descendencia con sus genes de liderazgo. Así de simple. Aunque a muchos pueda sonarles rudo.
Los beneficios del liderazgo vienen con la responsabilidad de enfrentar primero el peligro, en beneficio del grupo.
¿Ahora comprenden por qué cuando un líder se aprovecha de sus seguidores sin hacerse responsable de sus obligaciones la sociedad lo aborrece tanto? Porque al igual que nuestros ancestros, hoy esperamos que un líder nos responda a los beneficios que le ofrecemos.
Y mucho más en tiempos de crisis.
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