Seguro que en tu vida profesional y personal te has encontrado con personas que te transmitieron una marca personal específica (de liderazgo, conocimiento, profesionalismo, experto, etc.), pero tarde o temprano te diste cuenta de que no cumplía en realidad con lo que te hizo pensar.
Precisamente el punto #1 de Los 5 puntos para construir tu marca personal, conocerte a tí mism@, es el que esas personas no tomaron en cuenta. O no quisieron tomar en cuenta. O su equipo no quiso tomar en cuenta.
Y para muestra, un presidente.
El presidente olvidable
Un día, por allá en 1920, se le ocurrió a un político republicano que la opción perfecta para ser el siguiente presidente de Estados Unidos era un tipo atractivo, con una presencia destacable naturalmente, carismático, con una voz y un aura de liderazgo que captivaba a la gente.
Sin embargo, y a pesar de haber sido ya senador, nunca había sido conocido como un buen político. Se le conocía más por ser muy social, gustarle el póker, y las mujeres.
Pero esto no detuvo el plan de convertirlo en presidente. Fue presentado a su equipo y a su partido y, efectivamente, los convenció. Para ellos sería sin duda el presidente #29.
Y lo fue. Warren G,. Harding también convenció al electorado y lo eligieron mandatario de su nación. Pero ¿hoy quién se acuerda de él a pesar de haber sido en su tiempo muy popular?
Quienes lo recuerdan, es muy probable que solo recuerden los escándalos que se generaron durante su mandato por su pobre selección de servidores públicos, oficiales corruptos y acusaciones de adulterio. Y que murió siendo aun presidente, de hemorragia cerebral.
Hoy, Warren G. Hardinng es considerado uno de los peores presidentes en la historia de su país.
Conclusiones sin pensar
¿Qué nos lleva a votar por un mal político pero con mucho carisma? En su libro, Blink, Malcolm Gladwell lo resume como nuestro instinto primitivo de relacionar a “tipos altos y guapos” con la capacidad de liderazgo.
Añádanle a eso carisma y una voz convincente, y tendrán a un fácilmente diseñado líder. Al menos superficialmente.
¿Por qué seguimos cayendo en la trampa?
Estas situaciones siempre han pasado porque por mucho tiempo funcionaron. Específicamente les funcionaron a nuestros ancestros.
En un ambiente paleolítico, obviamente un tipo alto y guapo tendría más capacidad de sobrevivir y ayudar a sobrevivir a otros. Por eso, en un solo vistazo, se consideraban más líderes simplemente por sus características físicas. No tenían nuestros ancestros tiempo para evaluar mucho más.
Y esa tendencia sigue enraizada en nuestros genes hasta hoy.
Pero, en los tiempos modernos, ese es un instinto que puede y es mal utilizado porque ya no vivimos en el ambiente en el que éste fue funcional.
En pocas palabras, hoy más que nunca es un arma de doble filo. Y el peor enemigo de la marca personal.
¿Por qué?
- Porque demerita toda la profesión. Cuando se descubre que un líder de algún ramo no era más que fachada, y después de meter en problemas a su empresa, institución y así mismo, no solo él mismo pierde credibilidad, sino toda su profesión. Por ejemplo, ¿Qué piensa de los políticos la gente en general? ¿O de los abogados?
- Porque demerita las técnicas del branding personal. Así como demerita la imagen de la persona y su profesión, utilizar las bases del branding personal para engañar al mercado o audiencia, fomenta la idea de que un buen marketing no es más que mentiras para vender y afecta a quienes sí están haciendo correcto (y moral) uso de sus técnicas.
- Porque engaña al mercado/audiencia/comunidad. Obviamente, tu audiencia o mercado no se sentirá cómoda al saber que el aura de liderazgo y profesionalismo fue solo una cortina de humo para una persona poco profesional y hasta deplorable. Y ya sabes que una decepción promueve muchas más quejas que lo que un acierto promueve buenas recomendaciones.
Tu marca personal: lo que eres en realidad
Así que, antes de aprovechar las herramientas y ventajas de un buen proceso de branding personal y marketing, cumple con el primer punto: conocerte a ti mismo, lo más racionalmente posible.
Ofrece a tu audiencia lo mejor de lo que eres. Tus verdaderas fortalezas y capacidades. Y trabaja en tus debilidades, no trates de esconderlas bajo un manto de lo contrario.
Porque la verdad, hoy (en la era de las redes sociales y la comunicación instantánea al alcance de todos) la verdad sale a la luz más temprano que tarde.
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